Y de la penumbra salió Marta, como único destello de luz de esa cambra poseída por nuestros cuerpos. No la miré a los ojos. No sabia ni para que estaba ella en la inmensa oscuridad. No sabia por qué sus lágrimas no saciaban nunca de sus ojos. Por qué miraba a un ataut cerrado y sin vida. Ni tampoco si sus lágrimas saciarían algún día.
De la misma puerta; aquella que les enrojecía los ojos, les empalidecía la piel, los iluminaba fúnebres y erguidos, creadora de aquellos pensamientos inferiores a la felicidad, surgió Sergio. Éste apoyé la mano helada en el huesudo hombro de marta y lo dejó descansar en paz ahí mismo. Rápidamente me acerqué; con ansiedad de gritar secretos inpensables de una damisela como yo, pero en realidad las cuerdas solo me permitieron decir coherentes estupideces.
- ¿Hola?¿Me ves?¿Me escuchas?-grité.
Quise acariciarlo pero mi mano, ahora casi intangible contra el vacío, traspasó su piel. Me horroricé por la sensación física y sentimental que me producía ese efecto. Perseguí a Marta instantes después.
-Marta, Marta ¿dime una razón lógica para esto?- pregunté, pero ni me miro a los ojos.
<<Increíble>> Pensé.
<<Pero, pero, pero . . . ¿Qué esta pasando?¿Nadie me puede escuchar? . . . ¿Cómo me puedo sentir tan sola, viendo a tanta gente a mi alrededor?>>.
Sentía como mi cuerpo quería expulsar al vacío mil lagrimas, pero aun así, aun con mi consentimiento, ninguna gotita de cristal resbalaba por mi mejilla enfriando mi piel una vez más.
Entonces, cuando Sergio me miró a los ojos, Marta abrió el ataut y apareció Max corriendo hacia esa caja negra gritando mi nombre, desperté.
Abrí los ojos y ahí estaba, con tres libros de historia a mi lado, con las sabanas aun bien colocadas sujetando mi cuerpo. Supe que aunque había visto mi cuerpo reposar entre los cojines de ese cómodo y brillante ataut, estaba viva, respirando, escuchando latir mi corazón.¿Lástima no?
Ann ( . . . )
Ann ( . . . )
No hay comentarios:
Publicar un comentario