Carta de Amor...Concurso Literario.

Tarareo una y otra vez, la canción que me cantabas antes de dormirme en tu pecho. Me apoyo en la ventana, siento como mil gotitas de agua fría humedecen, puntito a puntito, mi nariz. No llego a las notas altas, pero me da igual, el silencio evapora la poca vergüenza que me queda. Me acaricio la oreja y me doy cuenta que sigo llevando esos pendientes negros que me regalaste la última vez que nos besamos. Me prometiste tantas cosas, te prometí tantas veces amor... Será que perdí el tiempo, que gracias a esa distancia ya no volví a ser la misma, que ya me cansé de pasear por jardines con gente que no me atrae nada.

Gracias a las teclas de piano, me llega la inspiración, muevo los labios como si supiera la letra de la canción, pero en realidad quiero pensar que esas palabras, sin voz que fluyen por mi boca, son tus labios.

Que extraña rareza, tnegó los dedos helados, no surge nada musical, cojo la guitarra idéntica a la de Slash, que me compraste hace tantos años, e intento imitar todas esas canciones del pasado, pero por lo visto sin esa aora que solo tu puedes crear a mi alrededor...ni tu voz, ni tu dedos, ni tu cuerpo, no es lo mismo.

Me sabré el suelo de memoria, pero ya ni recuerdo el color del cielo ¿será como dirán? Dicen que es azul, con nubes blancas, pero también negro y con puntitos de colores. No recuerdo el cielo así, tan simple, con tan pocas palabras. No recuerdo que el cielo, al cual yo veía y amaba, fuera un sueño perdido.

Aun recuerdo cuando me describías ese cielo que algún día decías que pisaríamos. Era transparente, con el reflejo del mar en su alma. Con la guarnición de gotas de cristal, nubes humeantes de color gris y rayos luminosos. Nuestro cielo era negro ceniza, con un ojo brillante, tanto que sostener la mirada, las lágrimas huían de amor.

¿Será qué no te odio tanto? ¿Será que solo tu eres mi guardadora de secretos más importantes del mundo? Te has ido y vienen personas nuevas; alocadas, sensibles, superficiales, diferentes a las anteriores. Te echo tanto de menos, las tendrías que conocer. Son tan distintos a nosotros, pero tan iguales a aquella multitud de donde nacemos.

Tic tac, las agujas del reloj. Los segundos pasan, minutos, horas, días, semana, meses ¿Y si la distancia se convierte en eterna? Y si cuando mis ojos choquen con los tuyos no se reconozcan? Que pasaría si todas las noches soñadas contigo, solo fueran eso sueños. No quiero cristalizar mis ojos de nuevo. Terminaré esta carta con una esperanza de que, algún día; mañana o después de meses transcurridos, pueda leer la contestación, pueda leer esas palabras que deseo con tan esmero.

(Sí, te habrás dado cuenta, que leer la carta escomo leerte mi blog entero en una entrada)